El final de la vendimia es el final de una gran tensión emocional.
Las uvas están ahora en los tanques, listas para fermentar y sabemos que ya es la hora de limpiar las herramientas utilizadas para cosechar y dejarlas reposar, durante un año, en un remoto rincón de la bodega y de enjuagar las cajas manchadas de rojo, debido a las pieles de la uva tinta cosechada. La recogida es uno de esos instantes que detiene el tiempo y lo marca. Finales de agosto, septiembre y octubre son meses de ritmo frenético y de intensa labor. Los tractores desaceleraran y transitan a paso lento y lineal cruzando las carreteras principales. En esta época todo está concedido, incluso los conductores más exigentes, son menos intransigentes y pacientes porqué, aunque de manera oculta e inexpresiva, los corazones de las personas son sensibles a la belleza y a la potencia reveladora de la naturaleza, que otra vez, ha deleitado con los frutos de su tierra.
El final de vendimia es una fiesta y, al mismo tiempo, una actuación teatral impregnada de poesía. El enólogo, con su experiencia, es el director de orquesta de esta gran “pièce” que ya llega al final, y los viticultores y los técnicos son los bailarines de esta pantomima, que, con sus movimientos repetitivos y agitados, llegan al momento apoteósico: el final, el enfrentamiento y la manifestación de la evidencia de lo ocurrido en las viñas.
Hoy en día, diferentemente de lo que ocurría antiguamente, en la imaginación colectiva el final de vendimia se vive como un momento de cambio: la prodigiosa transformación de materia sólida en líquido precioso, después de la fatiga para conseguirlo.
La bodega ha vuelto a su calma, las fermentaciones avanzan en una aparente inmovilidad que esconde un profundo misterio (es solo al final de este proceso que podemos tener una idea real de la cosecha), el viñedo empieza su merecido descanso con sus hojas ya doradas, y la puesta del sol avanza cada día más.
El trabajo responsable llevado a cabo de nuestro brillante equipo, realizado previamente y destinado principalmente a preservar la salud y el desarrollo futuro de nuestras viñas ecológicas, ha permitido recolectar gran parte del potencial productivo de los viñedos. Las uvas han alcanzado el grado correcto de madurez, gozando de una buena salud: de hecho, las muestras analizadas fueron consideradas adecuadas para la producción de vinos bases brillantes para la consecuente obtención de unos excelentes cavas reserva. Nuestra bodega ha obtenido una buena calidad de Garnacha, Macabeo, Pinot Noir y Xarello, aunque la variedad Parellada ha tenido menos producción en términos de cantidad, mostrándose, de todas formas, bien estructurada y con un buen potencial a desarrollar.
Este sábado 15 de septiembre llegó el momento de la vendimia manual de nuestra Garnacha tinta. Una variedad de uva de media-temprana maduración que destaca por su gran capacidad de resistencia a temperaturas extremas y de adaptación a suelos pobres.
Una variedad muy versátil que confiere buen cuerpo y aromas primarios como los frutos silvestres, las nueces tostadas y las cerezas negras, características que serán las protagonistas de nuestros futuros vinos y cavas.
Este año se ha verificado una climatología más atlántica que mediterránea, con los consecuentes problemas relacionados a esta situación. El mildiu, la enfermedad más temida por los viticultores que se dedican a trabajar los viñedos próximos al mar, ha sido el problema más vivido y sentido en la DO Penedès. Por lo que concierne a nuestra Bodega Mont Marçal, hemos tenido que rechazar una parte de la producción para seguir garantizando el mismo nivel de calidad y de altos estándares a nuestros consumidores, prioridad indiscutible de nuestra empresa.
Las lluvias de febrero y, sobre todo de marzo, marcaron el microclima del Penedès. Las temperaturas primaverales se revelaron más bajas de lo habitual y esto se convirtió en una ventaja, ralentizando así la difusión de la enfermedad. Pero el mildiu avanzaba silenciosamente sin mostrar sus típicas señales y, en cuanto tuvo ocasión, atacó con severidad.
Actuando con rapidez, nuestro equipo pudo extinguir la plaga llevando a cabo una correcta planificación de los tratamientos fitosanitarios y unos intensos trabajos de manejo de vegetación.
El momento de la vendimia de la Garnacha se decide en base a la maduración fenólica, por lo que se optó por estas fechas y por una noche fresca e interminable para que nuestro equipo de técnicos trabajara frenéticamente. Esta imagen de laboriosidad se nos quedará grabada en la cabeza, parecía que había una multitud de hormigas esforzándose ininterrumpidamente en grupo para que todo saliera lo mejor posible. Este es el momento en el cual se juega el trabajo de un año y sólo en equipo y con una adecuada planificación de las tareas, podemos conseguir los óptimos resultados esperados.
El próximo fin de semana, alrededor del 22 de septiembre, se planifica empezar la recogida de la Parellada, de maduración más tardía. Una variedad cuyo racimo es de tamaño muy grande, con hombros muy marcados, bayas homogéneas y cuyos aromas primarios son las notas frutales de fruta blanca, destacando el cítrico, y toques florales. Como es habitual, la recogida se efectuará de forma manual y de noche, de esta forma, gracias a las bajas temperaturas, la fermentación no empieza sin nuestro control.
Vendimia significa hojas tremolantes y tendientes a los colores del otoño, colores dorados o anaranjados y corazones encogidos y esperanzados. Con el comienzo del otoño y las primeras lluvias, el suelo húmedo mezcla sus aromas con los aromas de las uvas maduras. El viento barre grandes nubes blancas, que contrastan con el intenso cielo azul. El ambiente es alegre, la vendimia es una tradición que se repite todos los años, con el espíritu campesino inalterado, típico de nuestra región.
El 2018 ha sido un año lluvioso sobre todo en primavera, más concretamente en el mes de marzo, donde los datos marcan una alta pluviometría. Desde el punto de vista agronómico, el desarrollo de los viñedos, iniciado bajo los mejores auspicios, estuvo condicionado por un clima extraño que alteró las heladas, las lluvias y la humedad. Por lo tanto, será el año en que la capacidad de nuestro enólogo marcará la diferencia en el resultado final.
La recién bajada de las temperaturas ha ayudado a incrementar la buena calidad de la uva y su maduración, después de un largo periodo de excesivo calor. Esto ha permitido que el ciclo de maduración se ralentizara para asegurar así un buen desarrollo de la vendimia.
Por las condiciones meteorológicas que han sufrido nuestros viñedos se prevé una reducción de la vendimia, que no afectará la calidad. De hecho, la uva goza de un gran equilibrio entre frescor y madurez. El estado fitosanitario se muestra óptimo y esperemos que dedicando los esfuerzos oportunos y mimando cada grano del racimo con el mismo cariño, conseguiremos excelentes vinos y cavas. La cosecha, que empezó el 11 de agosto, parece definitivamente mejor que el año pasado, donde la sequía había protagonizado toda la época de la vendimia.
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