¿Alguna vez habéis visto esas hermosas fotos de las vides desnudas con gotas como lágrimas al final de algunas ramas podadas? Este fenómeno llamado "lloro" es el signo característico del despertar de la vid que marca inequívocamente la llegada de la primavera. El fenómeno generalmente se verifica entre finales de febrero y marzo y marca el momento en el cual comienza la fase de brotación de la vid. Generalmente durante el invierno la planta está en la fase "latente", se somete a la poda y se seleccionan las ramas que darán fruto. Al estar en una fase letárgica, la planta ha reducido sus funciones vitales al mínimo. Entre marzo y abril, cuando las temperaturas comienzan a subir y la tierra se calienta, la vid retoma lentamente su actividad linfática.
La vid comienza la fase de crecimiento que hará que la planta se cubra con follaje y aparecerán los brotes que se convertirán en las futuras ramas. En mayo, en cambio, seguirá la floración, un momento muy importante porque de la polinización de las flores se obtendrán los preciosos frutos: la uva que, en septiembre, después de la cosecha, se convertirá en vino.
Este año el lloro de la vid ha empezado a principio de marzo y la brotación alrededor del 15 del mismo mes. No hay que olvidar que el período depende de diferentes aspectos relacionados con la tendencia estacional y el tipo de vid.
Hablar de la primavera es tomar coraje y emanar un grito de liberación, es nuestra alma que se calienta bajo los aún débiles rayos del sol y es regeneración de nosotros mismos, nosotros que como la vid nos despertamos del torpor invernal y tomamos la vida con más euforia y positividad.
La primavera nos llega con el despertar de la naturaleza exuberante por la paleta infinita de colores que embriagan la vista y le dan al alma un sentimiento de calma con uno mismo y con la vida. Como la vid, no todos están listos al mismo tiempo para este cambio repentino. Hay quien es más propenso y hay quien tarda más…la belleza está solo en aceptar los momentos de cada uno.