Desde las oficinas de nuestra bodega, hoy, de repente, se empieza a escuchar el tintineo de las botellas de cristal. Un sonido lejano que no molesta, al contrario, despierta en nosotros la curiosidad de bajar las escaleras y ver qué está pasando en la línea de producción. Se oye la noticia de un compañero que dice: “¡Ya ha empezado el tiraje!”. Abriendo la puerta, percibimos ante todo el olor a jazmín, flores de campo y frescor y encontramos a nuestros compañeros, que frenética y laboriosamente se desplazan de una parte a otra de la línea de producción de forma infatigable, controlando que todo siga de manera correcta. Ellos se dedicarán hasta marzo a la fase más importante de elaboración del cava. Se trata de una operación que consiste en el llenado de las botellas con vino base y el “licor de tiraje”, compuesto de levaduras y azúcar. Las mismas levaduras serán las protagonistas incuestionables de la segunda fermentación dentro de la misma botella. El taponado de las botellas se desarrollará con un obturador y chapa o bien con un tapón de corcho y grapa (especialmente para los cavas de larga crianza). Una vez acabado este proceso, las botellas se bajarán a la oscuridad de la cava, colocadas en la posición de “rima” (en horizontal).
Nuestros compañeros saben muy bien que para ellos empieza una temporada de dura labor. Cuando miramos la televisión o escuchamos las noticias sobre las industrias, las fábricas, los trabajadores, el mensaje que recibimos es bastante triste. Se piensa que ya no existen trabajadores porqué en la pantalla sólo hay imágenes de robots tecnológicos que mueven piezas. Las imágenes de los trabajadores nunca están ahí.
Pero para nosotros el trabajador es el punto de apoyo y de partida de todo, la encarnación del éxito de nuestros productos. A las seis de la mañana nuestro equipo empieza su día de trabajo. Con razón, a esta hora, nuestros compañeros todavía están un poco adormecidos. Antes de las 7 am pocas son las palabras intercambiadas y si se hace una pregunta, la respuesta llega después de unos minutos, porque todos están muy concentrados en el trabajo a desarrollar, consciente de que, por su parte, pesa una gran responsabilidad, el éxito de nuestra bodega. A las 8 a.m todos están ya despiertos, activos y llenos de energía y con una sonrisa resplandeciente dan la bienvenida a la otra parte de los compañeros que comienza el turno.
Este es el momento más bonito de todo el día, el encuentro de cada miembro de nuestra bodega. Ellos, ya despiertos desde hace horas, desean el buen día a los otros, minimizando su fatiga. El cansancio se oye, pero no como queja, sino como prueba de la gran implicación y dedicación que adoptan, cada día, cada hora, cada segundo…
El reposo acompañará a nuestro producto durante un tiempo determinado para que poco a poco, sin prisas, madure su gestación meses más tarde.
Las grandes cosas necesitan su tiempo y nuestros grandes productos obtienen el mimo, el cariño y el tiempo necesario para conseguir ese cuerpo tan característico.